Una de las paredes pequeñas tiene como tema la Justicia. La sociedad humana sin el orden de las leyes, sería una jungla habitada por animales salvajes. Pero las leyes para que sean justas deben ser gobernadas por las Virtudes. «lus suum unicuique tribuit» enuncia la imagen de la Justicia que, con la espada y la balanza, resalta en los dos episodios que celebran la fundación de los máximos códigos de la Historia: el Corpus Iurís de Justiniano y las Decretales canónicas de Gregorio IX.
En el luneto están representadas las Virtudes cardinales (Fortaleza, Prudencia, Templanza) que posiblemente están presentes en cada hombre y las Virtudes teologales (Fe, Esperanza, Caridad) que llegan de Dios. Rafael dio a las tres Virtudes teologales aspectos de niños: la Fe señala el cielo con un dedo, la Esperanza sostiene una antorcha encendida, la Caridad sacude las bellotas de la Fortaleza del follaje de un roble, símbolo heráldico de Julio II. En cambio, las Virtudes cardinales tienen apariencias de mujeres: la Prudencia, con doble cara, se mira en el espejo que le da un querubín alado; la Templanza nos enseña las riendas, necesarias para ajustar el paso de las cabalgaduras y por lo tanto, de forma metafórica, las pasiones de los hombres; la Fortaleza se apoya vigilante en un león junto al roble del papa Julio. La Justicia no aparece en este luneto porque está presente, con el cartucho aclarativo y los símbolos iconográficos, en la correspondiente parte de la bóveda. Todas estas Virtudes (el Bien subjetivo) son las que han inspirado el Bien objetivo realizado por el Derecho canónico y por el Derecho civil: a la derecha, S. Raimundo de Peñafort entrega las Decretales a Gregorio IX (otro retrato de Julio II y, a su izquierda, tres de sus cardenales preferidos: Juan de Medici, futuro Clemente Vil, y, detrás de éste, Alejandro Farnese, futuro Pablo III, con Antonio del Monte). A la izquierda, Justiniano entrega las Pandectas a Triboniano.
El ministro Triboniano entrega las Pandectas a Justiniano, y con la misma seriedad, Gregorio IX recibe las Decretales, el código de derecho canónico que le entrega el jurista Raimondo de Peñafort. Hay que tener en cuenta que aquí este viejo pontífice con la barba tiene las facciones de Julio II Della Rovere, pues, desde el verano de 1511 prometió que no se afeitaría más, hasta que los Franceses no se hubiesen retirado de Italia. Junto a él dos cardenales destinados a ser papas: Giovanni de Medici y Alejandro Farnesio, los futuros León X y Pablo III.
Muy inferiores a los del maestro, estos dos frescos fueron realizados quizás por el francés Guillaume de Marcillat.