La alusión política en este caso revela la voluntad de promover una cruzada contra los Turcos, proyecto que en aquellos meses se reforzaba cada vez más en la mente de León X.
Fiel a la antigua tradición de la Santa Sede, León, desde el principio de su papado, defendió celosamente la necesidad de una cruzada contra el turco y al terminar la guerra de Urbino retomó la causa con determinación renovada. En 1517 envió un exhaustivo memorial a todos los príncipes de Europa tratando, en vano, de de unirlos en un esfuerzo común. Las respuestas de los poderes fueron muy variadas. Sospechaban unos de otros y naturalmente cada uno trataba de conseguir propósitos secundarios propios. León respondió a una amenazadora carta del sultán declarando una tregua de 5 años en la cristiandad, realizando procesiones religiosas y predicando la cruzada (1518). El papa mostró gran resolución pero sus esfuerzos fracasaron por falta de cooperación por parte de los poderes. Más aún, el cardenal Wosley, Lord Canciller de Inglaterra frustró los esfuerzas pacificadores del papa dando así un gran golpe al prestigio internacional del papado. Cuando se predicó la cruzada en Alemania, encontró muchas gentes fuertemente predispuestos contra la Curia y con ello les dio una ocasión de expresar claramente sus puntos de vista. Se tenía la opinión de que la Curia lo único que quería era obtener más dinero. Uno de los numerosos y despreciables panfletos publicados declaraba que los turcos de verdad estaban en Italia y que esos demonios solo podían ser pacificados con ríos de oro.
La buena cause fue mezclándose con una cuestión política importante, la sucesión al trono imperial. Maximiliano trataba que fuera elegido su nieto Carlos de España. Francisco I también optaba como rival y ambos intentaban ganarse el favor del papa repitiendo y asegurando su voluntad de moverse contra los turcos. La elección hizo que se relegase el asunto de la cruzada. En 1519 el papa se convenció de que no había posibilidad de realizar ese proyecto.
En un primer plano en la escena, detrás de León X están presentes tanto Giulio de Médicis -futuro Clemente VII- como Bernardo Dovizi, llamado el Bibbiena, los dos cardenales de más alto rango en la jerarquía pontifical, cuya presencia está destinada a subrayar la seriedad de las intenciones del papa.