Se trata de la última escena pintada en la Estancia, como se ha podido comprobar durante la última restauración merced a una lectura en secuencia de las jornadas. Es una vez más un episodio tomado del Líber Pontificalis (1886-1892, II, pp. 118-119) pero, como en el Incendio de Borgo, relativo al pontificado de León IV. Se trata de la victoria lograda en el año 849 sobre los piratas sarracenos que habían desembarcado en la desembocadura del Tíber.
El Papa Medici junto a los cardenales Julio de Medici (destinado a ser papa con el nombre de Clemente VII) y Bernardo Dovizi de Bibbiena, asiste reconocido y feliz a la victoria de las armas cristianas y a la captura de los prisioneros, mientras en el mar se desarrolla aún la batalla naval. La elección de este tema iconográfico tiene una explicación: el interés de León X por la ‘cruzada’, un sueño irrealizable, que ningún papa del Renacimiento pudo efectuar.
Es muy probable que no sólo la ejecución de la obra, sino también los dibujos de preparación, sean de Giulio Romano. En este fresco, con esa multitud que demuestra un arte consumado de la composición, domina la figura grandilocuente de León X.